Conferenza: No se puede cambiar la disciplina secular de la Iglesia con una nota, y adem·s de tenor incierto

Hablar acerca de la familia no ha sido nunca tan complicado. Incluso dentro de la Iglesia. Es problem·tico sobre todo el objeto del discurso: øquÈ es verdaderamente la familia? øCÛmo se puede pretender que no haya confusiÛn en la sociedad civil si incluso en la Iglesia se ocultan a veces verdades fundamentales sobre el matrimonio? Desconciertan la controversia respecto al capÌtulo VIII de la exhortaciÛn Amoris Laetitia del Papa Francisco y la reciente ley italiana sobre las uniones civiles, afirma Marco Ferraresi.
Y habla de todo ello con el cardenal Carlo Caffarra, arzobispo emÈrito de Bolonia. Caffarra es el fundador del Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, del que fue tambiÈn presidente. ParticipÛ en calidad de experto en el sÌnodo de los obispos sobre la familia de 1980 y es miembro de nombramiento pontificio de los sÌnodos de 2014 y 2015. Responde a las preguntas con la sencillez y la franqueza de los hombres de su tierra: ìEse pedazo de tierra entre el gran rÌo y la gran carreteraî, dice con orgullo, citando a Giovanni Guareschi [el autor de Don Camilo era, como Caffarra, natural de la provincia de Parma, en la regiÛn de la Emilia-RomaÒa]. Es la entrevista que reproducimos a continuaciÛn..
Eminencia, øquÈ es la familia?
Es la sociedad que tiene origen en el matrimonio, pacto indisoluble entre un hombre y una mujer, que tiene la finalidad de unir a los cÛnyuges y transmitir la vida humana.
De una uniÛn civil, seg?n la ley Cirinn‡, ønace una familia?
No. El presidente de la Rep?blica Sergio Mattarella, al firmar esta ley, ha apoyado la redefiniciÛn de matrimonio. Pero una medida normativa no cambia la realidad de las cosas. Hay que decirlo claramente: los alcaldes (sobre todo, naturalmente, los catÛlicos) deben hacer objeciÛn de conciencia. Al celebrar una uniÛn civil serÌan, de hecho, corresponsables de un acto ilÌcito grave en el plano moral.
øPor quÈ hay esta crisis de identidad de la familia en Occidente?
Me lo pregunto a menudo, pero no tengo una respuesta exhaustiva. Sin embargo, una concausa es un proceso de ìdesbiologizaciÛnî seg?n el cual ya no se considera que el cuerpo tiene un lenguaje -y, por consiguiente, un significado- objetivo. Este significado est·, por lo tanto, determinado por la libertad de la persona. En la conciencia occidental se ha fracturado el vÌnculo entre bios y logos.
En una perspectiva de fe, øno hay tambiÈn causas sobrenaturales?
En 1981 estaba fundando, por voluntad de Juan Pablo II, el Instituto para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. La fundaciÛn estaba prevista para el 13 de mayo, fecha de la primera apariciÛn de la Virgen de F·tima. El Papa, ese dÌa, fue vÌctima del atentado del que saliÛ milagrosamente vivo por gracia -seg?n palabras del propio PontÌfice- de la Virgen. Unos aÒos despuÈs de fundar el Instituto escribÌ a sor LucÌa, la vidente de F·tima, para pedirle que rezara por la obra y aÒadiendo que no esperaba una respuesta por su parte. Pero la respuesta llegÛ.
øQuÈ le respondiÛ?
Sor LucÌa escribiÛ -y quiero subrayar que estamos hablando de principios de los aÒos 80- que llegarÌa el tiempo de una “lucha final” entre el SeÒor y Satan·s. Y que el terreno de esta lucha serÌa el matrimonio y la familia. AÒadÌa que todos los que estarÌan involucrados combatiendo en favor del matrimonio y la familia serÌan perseguidos, pero que no debÌan tener miedo porque la Virgen ya habÌa aplastado la cabeza de la serpiente infernal.
Palabras profÈticas: øes lo que est· sucediendo?
Vivimos una situaciÛn inÈdita. Nunca habÌa sucedido que se redefiniera el matrimonio. Es Satan·s, que desafÌa a Dios, como diciendo: “øLo ves? T? propones tu creaciÛn. Pero yo te demuestro que constituyo una creaciÛn alternativa. Y ver·s que los hombres dir·n: estamos mejor asÌ”. Todo el arco de la creaciÛn se sostiene, seg?n la Escritura, en dos pilares: el matrimonio y el trabajo humano. Este segundo pilar no es ahora nuestro tema, aunque est· siendo sometido a una “crisis definitoria”; en lo que concierne el matrimonio, en cambio, Èste ha sido institucionalmente destruido.
La Iglesia, øpuede responder a este desafÌo?
Tiene que responder, por razones que llamarÌa estructurales. La Iglesia se interesa por el matrimonio porque el SeÒor lo ha elevado a sacramento. Cristo mismo une a los esposos. Cuidado, no es una met·fora: seg?n las palabras de San Pablo, en el matrimonio el vÌnculo entre los esposos se injerta en el vÌnculo esponsal entre Cristo y la Iglesia, y viceversa. La indisolubilidad no es ante todo una cuestiÛn moral (“los esposos no deben separarse”), sino ontolÛgica: el sacramento obra una transformaciÛn en los cÛnyuges. De modo que, como dice la Escritura, ya no son dos, sino uno. Esto est· expresado claramente en la Amoris Laetitia (p·rrafos 71-75). El sacramento, adem·s, infunde en los esposos la caridad conyugal. Y de esto hablan claramente los capÌtulos IV y V de la ExhortaciÛn. Adem·s, el sacramento constituye a los esposos en un Estado de vida p?blica en la Iglesia y en la sociedad. Como cualquier Estado de vida en la Iglesia, tambiÈn el estado conyugal tiene una misiÛn: el don de la vida, que contin?a en la educaciÛn de los hijos. AquÌ el capÌtulo VII de la Amoris Laetitia colma, en mi opiniÛn, una laguna que habÌa en el debate de los obispos durante el SÌnodo.
En la pr·ctica, øquÈ deberÌa hacer la Iglesia?
SÛlo una cosa: comunicar el Evangelio del matrimonio. He dicho “comunicar” porque no se trata sÛlo de un acontecimiento ling¸Ìstico. La comunicaciÛn del Evangelio significa sanar al hombre y a la mujer de su incapacidad de amarse, e introducirles en el gran Misterio de Cristo y la Iglesia. Esta comunicaciÛn tiene lugar a travÈs del Anuncio y de la catequesis. Y a travÈs de los sacramentos. Ha habido personas que despuÈs de una catequesis sobre el sacramento del matrimonio se han acercado para decirme: “øPor quÈ nadie me ha hablado de estas maravillosas realidades?” Los jÛvenes deben ser, principalmente, el centro de nuestra preocupaciÛn. La cuestiÛn educativa en esta materia es “la” cuestiÛn decisiva. El Papa habla de ello extensamente en los p·rrafos 205-211.
Eminencia, øquÈ piensa acerca de la cuestiÛn del acceso a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar? El Papa trata este tema en el capÌtulo VIII, sobre el cual se han ofrecido sin embargo lecturas contrapuestas entre sÌ.
Ante todo, quiero subrayar que el propio Papa en el p·rrafo 307 afirma que antes de ocuparnos sobre los matrimonios fracasados debemos preocuparnos por los que hay que construir. Y aÒado: el problema de su pregunta sigue siendo cuantitativamente limitado. Ciertamente, en el plano doctrinal no hay que desatenderlo en absoluto. A este propÛsito, respondo a partir de cuatro premisas.
1) El matrimonio es indisoluble. Como decÌa, antes que una obligaciÛn moral, la indisolubilidad es un dato ontolÛgico. Me entristece observar que no todos los Padres sinodales tenÌan claro dicho fundamento ontolÛgico.
2) La fidelidad conyugal no es un ideal que hay que alcanzar. La fuerza para ser fieles est· dada en el sacramento (øse imaginan el marido que le dice a la esposa: “Serte fiel es un ideal que intento alcanzar, pero que a?n no consigo”?). La palabra “ideal” se utiliza demasiado a menudo en la Amoris Laetitia, es necesario prestar atenciÛn sobre este punto.
3) El matrimonio no es un hecho privado, disponible sÛlo para los esposos. Es una realidad p?blica para el bien de la Iglesia y de la sociedad.
4) El capÌtulo VIII, objetivamente, no es claro. øCÛmo se explicarÌa entonces el “conflicto de interpretaciones” que ha estallado entre los obispos? Cuando esto ocurre, es necesario verificar si hay otros textos del Magisterio que sean m·s claros, teniendo presente un principio: en materia de doctrina de la fe y moral el Magisterio no puede contradecirse. No se debe confundir contradicciÛn y desarrollo. Si digo S es P y luego digo S no es P, no significa que he profundizado lo primero. Lo he contradicho.
La Amoris Laetitia, por lo tanto, øenseÒa o no enseÒa que existe un espacio de acceso a los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar?
No. Quien vive en un estado de vida que objetivamente contradice el sacramento de la EucaristÌa no puede acceder a ella. Como enseÒa el Magisterio precedente, pueden acceder en cambio quienes, no pudiendo satisfacer la obligaciÛn de la separaciÛn (por ejemplo, a causa de la educaciÛn de los hijos nacidos de la nueva relaciÛn), viven en continencia. El Papa toca este punto en una nota (la n. 351). Ahora bien, si el Papa hubiera querido cambiar el Magisterio precedente, que es clarÌsimo, habrÌa tenido el deber, y el deber grave, de decirlo clara y expresamente. No se puede cambiar la disciplina secular de la Iglesia con una nota, y adem·s de tenor incierto. Estoy aplicando un principio interpretativo que siempre se ha admitido en TeologÌa. El Magisterio incierto se interpreta en continuidad con el precedente.
Por consiguiente, øninguna novedad?
La novedad, adem·s de la posibilidad dada por el Santo Padre de objetar, seg?n el prudente juicio de los obispos, a algunas normas canÛnicas, es sobre todo la atenciÛn a estos hermanos divorciados que se han vuelto a casar, intentando imitar a nuestro Salvador en la modalidad de “mÈdico” con la que …l se relacionaba con las personas m·s necesitadas. El capÌtulo VIII (“acompaÒar, discernir, integrar”) es, en mi humilde opiniÛn, la guÌa de este “cuidado”. No debemos caer en el engaÒo de los medios de comunicaciÛn de reducir todo a “EucaristÌa sÌ – EucaristÌa no”.

30/05/2016
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